El cerebro humano tiene la capacidad de protegernos por diferentes medios, entre ellos, estrategias complejas como el olvido selectivo. A menudo escuchamos o experimentamos la sensación de haber "bloqueado" por completo ciertas vivencias, especialmente si fueron dolorosas. Esta no es una simple falta de atención, sino un mecanismo de defensa de la mente cuando algo resulta abrumador.
"Lo más normal es postularte y no quedar”: los consejos de una artista para navegar entre becasSin embargo, ocurre también que ciertos recuerdos dolorosos persisten sin desaparecer, repitiéndose insistentemente a pesar de los intentos por olvidarlos. Esto plantea la pregunta de por qué algunas heridas mentales se borran mientras otras continúan perturbándonos. La forma en que el cerebro procesa y almacena las experiencias, particularmente las traumáticas, juega un papel crucial en esta diferencia.
¿Por qué algunos recuerdos se aferran?
Cuando se vive una experiencia traumática, especialmente en la niñez, el cerebro puede guardar esa información en compartimentos emocionales desconectados de la memoria lineal. El recuerdo no se destruye, sino que se almacena de forma diferente, y el cuerpo puede manifestarlo a través de síntomas como ansiedad o hipervigilancia, incluso si la mente consciente lo ha silenciado. Este tipo de olvido es una forma de sobrevivir ante un sistema nervioso desbordado que apaga ciertas áreas cerebrales para protegerse.
El problema surge al crecer, cuando estos recuerdos pueden empezar a filtrarse de maneras inesperadas, como sueños recurrentes, reacciones desproporcionadas o miedos sin causa aparente. Otras experiencias no se olvidan porque no han sido elaboradas y permanecen activas en la memoria emocional, percibidas por el sistema como una amenaza no resuelta. Es como si la mente enviara una señal de que "aún no estamos a salvo".
Técnicas para olvidar los recuerdos no deseados
Gestionar recuerdos no deseados para disminuir su impacto emocional y hacerlos menos intrusivos es posible, aunque requiere tiempo y práctica. Expertos han compartido enfoques que pueden ayudar en este proceso.
-Identificar el recuerdo: Puede parecer contradictorio querer recordar algo que se busca olvidar, pero es útil identificar primero qué imágenes, sonidos y sentimientos se asocian al recuerdo.
-Procesar las emociones: En lugar de evitar los sentimientos indeseados ligados al recuerdo, permítase sentirlos. Trabajar con un terapeuta también puede ser beneficioso para desarrollar maneras saludables de afrontar emociones difíciles. Permitirse sentir el dolor asociado a estos recuerdos ayuda a desarrollar resiliencia y habilidades para lidiar con el trauma.
-Descubrir los desencadenantes: Identificar qué situaciones o estímulos (como ver un tipo de coche o sentir un olor particular) evocan el recuerdo puede ayudar a manejarlos.
-Sustituir el recuerdo: Según Lakhan, es preferible reemplazar la atención con alternativas saludables en lugar de intentar reprimir los recuerdos. Por ejemplo, al ver el coche de una expareja, intentar evocar un recuerdo positivo asociado a ese coche en lugar de centrarse en la ruptura. Con práctica, se puede entrenar al cerebro para sustituir el recuerdo indeseado.
-Llevar un estilo de vida saludable: El estrés y la falta de sueño pueden desencadenar recuerdos no deseados. Asegurarse de dormir lo suficiente, seguir una dieta nutritiva y hacer ejercicio mejora la salud mental y emocional. Practicar la atención plena también puede ayudar a mantener los pensamientos enfocados en el presente.